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El miedo a ICE aleja a migrantes de la atención médica

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El temor a ICE agrava enfermedades entre comunidades migrantes

Noticias de Chihuahua

El temor constante a las redadas y acciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) está generando una crisis silenciosa en la salud pública, especialmente entre las mujeres migrantes que trabajan en labores agrícolas y domésticas en Estados Unidos.

Una promotora de salud comunitaria, que trabaja directamente con estas comunidades, relata cómo el miedo a ser detenidas o deportadas ha hecho que muchas mujeres eviten acudir a clínicas, hospitales o programas de salud preventiva. “Prefieren soportar el dolor o automedicarse antes que arriesgarse a dar sus datos personales”, explica.

Esta situación ha creado una barrera invisible pero poderosa entre los servicios de salud y las poblaciones migrantes. El resultado es preocupante: enfermedades no diagnosticadas, embarazos sin control médico, falta de vacunación y un aumento de padecimientos crónicos que podrían haberse evitado con atención oportuna.

La promotora advierte que, aunque existen clínicas comunitarias que ofrecen servicios gratuitos o de bajo costo sin preguntar por el estatus migratorio, el miedo se ha convertido en un obstáculo mayor que la falta de dinero o transporte. Incluso, muchas familias evitan los programas de salud infantil o nutrición por temor a ser identificadas por las autoridades migratorias.

De acuerdo con organizaciones civiles, el impacto va más allá de la salud individual: al evitar revisiones médicas, se incrementa el riesgo de contagio de enfermedades infecciosas y se debilita la prevención comunitaria, afectando tanto a migrantes como a residentes locales.

Expertos en salud pública han señalado que el miedo a ICE está erosionando años de trabajo en promoción y prevención sanitaria. “No se trata sólo de proteger el estatus migratorio, sino de proteger la vida y la salud”, subraya la promotora.

Mientras tanto, comunidades enteras permanecen en la sombra, enfrentando en silencio un dilema que pone en riesgo tanto su bienestar físico como emocional. En un país que depende en gran parte del trabajo migrante, la falta de acceso a la salud se convierte no sólo en una injusticia social, sino también en un problema de salud pública nacional.


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