Tecnologías antiguas de Chihuahua: lo que cuentan las piedras
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En el noroeste de Chihuahua, unas piedras grabadas revelan cómo vivieron los primeros pobladores. Más que simples pedazos de roca, las herramientas líticas encontradas en lugares como Rancho Santa María son verdaderas evidencias de ingenio y adaptación, piezas que demuestran un profundo conocimiento del entorno.
Los arqueólogos han verificado que estos pueblos no tomaban cualquier piedra. Sabían exactamente qué materiales como la dacita, la riolita o la andesita eran ideales. Según su dureza, porosidad y facilidad de fractura, elegían la materia prima para elaborar cuchillos, puntas de proyectil, raspadores o tajadores. En otras palabras, conocían la mejor roca para cazar, para cortar madera o para descuartizar un animal.
Y el procedimiento no era improvisado. Se distinguieron dos etapas: una primera directamente en los afloramientos rocosos, donde se extraían lascas o se reducían núcleos, y una segunda en los campamentos, donde se afinaban hasta transformarse en herramientas. Este modo, llamado “producción bifásica”, describe una planificación que va más allá de la mera supervivencia.
El descubrimiento también nos revela cómo se desplazaban estos grupos y cuánto conocían el territorio. Cada piedra elegida, cada talla, cada retoque son parte de un mapa cultural heredado. De esta manera, Rancho Santa María se transforma en un laboratorio del pasado que nos revela cómo los pueblos prehispánicos de Chihuahua no solo sobrevivieron, sino que explotaron con ingenio y exactitud los recursos de su entorno.
En cada lasca y en cada filo hay una enseñanza: el hombre ha hallado en la naturaleza una compañera y una maestra. Lo que hoy parecen rocas fueron en un tiempo herramientas que significaron la diferencia entre el hambre y la abundancia, entre la vida y la muerte.